En Amanecer (1944) enfrentamos uno de los momentos más extraordinarios de ese ciclo. En la zona inferior del cuadro la vida emana de las figuras de la muerte. La imagen central, la Humanidad, despliega el manto de la paz. En él pueden verse, en el centro, los campos y las mieses segadas, tareas del período de paz. A un lado, la familia del artista, grupo que incluye en muchas de sus obras, ya que el artista significa para ella la esperanza de redención. La perspectiva se va escalonando. Ala izquierda se ven las figuras de la muerte, el hambre (con el vientre vacío), la efigie del dictador, y la peste, cubierta con un lienzo rojo agitando un estandarte letal. En ese mismo sitio, los acantilados se orientan hacia un mar remoto.  A la derecha, los prisioneros, las víctimas, con las manos atadas. Detrás, los criminales de guerra caen en el abismo. Un ahorcado  en el páramo, en el fondo, paracaidistas, símbolos de la agresión, que se hunden en un lago tenebroso. Espectáculo en verdad dantesco a pesar de lo promisorio del título. Whitelow, Guillermo: Raquel Forner . Ediciones de Arte Gaglianone, Buenos Aires, 1980.

 

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25 enero, 2017